miércoles, 15 de abril de 2015

JODIDA CRISIS DE LOS CUARENTA

Fin de semana movidito. No esperaba trabajar, pero en este oficio las oportunidades se cazan al vuelo: se toca la flauta cuando sopla el viento -metafóricamente, claro, y sin buscar analogías fálicas-. 

Sábado 5:15 pm.- Suena el tono reagge de mi móvil. Número oculto. Por seguridad y por principios no suelo responder a esas llamadas, pero el cielo plomizo y la catastrófica programación de la tele me llevan a hacer locuras:

- ¿Llamas por el anuncio, el de milanuncios.com? ... Ajá. La tarifa mínima es de 100 euros, y a partir de ahí, dependiendo de lo que pidas... ¿Que eres un tío normal? Bien, pues más barata te saldrá la fiesta.



Pertrechada y equipada para la guerra, me enfundo en el chubasquero y bajo a la calle. Por los pelos me embarco en el tranvía que me dejará más cerca de mi destino,  Avenida de los Almendros, 48, un barrio acomodado, junto a la playa. Me vuelve loca la playa, incluso en invierno. Me he traído la cámara, espero hacer alguna foto. ¿No te lo había contado? Soy tan buena fotógrafa como puta.

Un apartamento lujoso. Me voy a sacar una buena pasta, y de paso me desahogo un poco: ya va para dos días que no me como una buena verga.





Me recibe vestido de runner, sudoroso y congestionado; ronda los cuarenta y pocos, conserva un notable atractivo físico, a pesar de la incipiente tripita, contra la que está claro que ha entablado una lucha personal a muerte. Parece que el esfuerzo no le ha enfriado el calentón. Me examina detenidamente, reposando la mirada en el coño y recreándose en mi generoso escote. Una escandalosa erección proclama el aprobado de la "mercancía", y los 200 euros que me introduce entre las tetas son la confirmación.

Sin preliminares. Me arroja al sedoso y enorme catre, y me tumba boca abajo. Siento su acometida salvaje, un ariete de acero al rojo vivo reventándome las entrañas, mientras pellizca mis pezones en un magreo poco delicado.  La cosa promete. Me regala un mordisqueo suave del lóbulo de las orejas. Se vacía rápido, y se desploma sobre mí mientras me besuquea torpemente la nuca.

Mientras se asea el miembro, voy recogiendo mi ropa del suelo. Dinero fácil y rápido. Ni me he enterado,  en lo que a mi placer se refiere. Estaba por marcharme, cuando le veo mudar el rostro: se echa las manos a la cara, y empieza a sollozar como un crío. En unos minutos me relata lo mal que le trata la vida últimamente:  el rollo con su secretaria, el divorcio a cuchillo con la hijaputa de su mujer y el expolio al que le han sometido las sanguijuelas que trabajan para ella. Le han jodido más que a mí, si se me permite la comparación. Cosas de la crisis de los cuarenta, me dice el infeliz. La jodida crisis de los cuarenta.

Me largo de ese valle de lágrimas con mal sabor de boca. Discretamente, me desprendo de la mitad de mi paga y se la cuelo en la mesilla de noche:  mi aportación a fondo perdido a la causa de los puteros desahuciados.

De vuelta a casa, penetro en el portal soñando con una siesta reparadora. Mi gozo en un pozo: la hiena extorsionadora de Sabina, mi vecina, me aguarda en el rellano de mi apartamento...

Mis escarceos lésbicos te los cuento otro día.

Besos apasionados.



1 comentario:

  1. ¿ Una puta devolviendo dinero?. ¡ Santaputa!. Bueno. A mí me lo devolvieron una vez. Era una dominatrix sudamericana que no me resultó. No paraba de hablar, estaba más nerviosa que yo, no controlaba y no daba confianza. Le dije que mejor lo dejábamos. Me devolvió lo mismo, la mitad. La crisis de los cuarenta es la misma que la de adolescente. No es la falta de sexo, sino la urgencia. De adolescente no te aguantas y de viejo, menos... El adolescente anda corto de euros y el pureta... ¡ lo mismo!. La de buenos polvos que se han perdido por la pobreza, jolines.

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